«A cualquier precio se buscan turistas». Con este titular de 1974, Cambio16 mostró su preocupación ante unos años difíciles, que iban a llegar con la crisis del petróleo y el tumultuoso final del franquismo, que repercutieron directamente sobre el turismo. Sin embargo, la consolidación de España como destino turístico se sitúa en los años sesenta con la llegada progresiva y masiva de visitantes provenientes de nuestro entorno europeo. Tras la Segunda Guerra Mundial, se vivió un auge económico en todo el continente. Efectos de crecimiento y bienestar social que permitieron a las clases medias adentrarse en el mundo del ocio y de las vacaciones.
España, que también se benefició de las bonanzas de la recuperación económica de esos años, supo adaptarse a estas nuevas circunstancias. Su situación geográfica, climatológica, amplio litoral, variedad paisajística, magnífico patrimonio cultural y con precios más baratos se convirtieron en un gancho inevitable para millones de turistas que vinieron a disfrutar del sol y de la playa. Si en los años 60 nos visitaron seis millones de turistas hoy se calcula que son más de 80 millones los visitantes que escogen
nuestro país para su descanso.
Siendo el segundo lugar del mundo por número de turistas. Esta gallina de los huevos de oro representa el 12% del PIB, con unos ingresos que superan los 24.000 millones de euros. Se han hecho muchos esfuerzos para dotar a España de unas sorprendentes infraestructuras turísticas cuya variedad le hace más atractiva del sur al norte o del este al oeste.