¿De dónde viene el nombre de Patagonia? Pues de sus primitivos pobladores1, los patagones, quienes fueron descritos por los descubridores españoles como gigantes, añadiendo que estos gigantes, además, tenían unos pies enormes, mayores que los de cualquier europeo, algo no del todo absurdo si previamente se ha dicho que son gigantes. Los primeros en verlos (y se dice que no sólo los primeros sino también los últimos) fueron los bravos marinos de Magallanes, empeñados en2 dar la vuelta al mundo, algo que finalmente y tras muchas penalidades consiguieron dejando tras de sí más de la mitad de la tripulación3 muerta por enfermedades4, falta de comida y de agua, e insolaciones varias. Un cronista del viaje, el italiano Pigafetta, los describe de tres metros de altura. Probablemente exageraba. En el siglo XIX, viajeros menos imaginativos afirman haber visto patagones de dos metros.
Hoy, los pocos que quedan no miden más de un metro sesenta.
La frontera de la Patagonia no es algo que todo el mundo, menos aún los argentinos, sepa especificar con
total nitidez5. Según el novelista Rodrigo Fresán, a quien le hice la pregunta, la Patagonia empieza al cruzar6 el Río Negro. Por su parte, para algunos chóferes de autobuses porteños7 que hacen la ruta sur, la Patagonia empieza justo al acabar8 la provincia de Buenos Aires. Según una amiga argentina la Patagonia empieza en la provincia de Chubut, bastante más al sur de lo que el común de la gente cree. Según otra amiga argentina la Patagonia no existe. Pensaba hacerle la misma pregunta a Alan Pauls, uno de mis escritores favoritos, pero me dio miedo.
Lo que sí está fuera de discusión es que la Patagonia es enorme y que, a su manera, está llena9 de fantasmas10. Visitar toda la región no está al alcance11 de cualquiera, en parte debido a que la Argentina no es barata12 y en parte a lo extenso del territorio, que exige por lo menos seis meses para recorrer ya sea de forma superficial, aquello que los guías turísticos llaman sorpresas.
Por ejemplo, Neuquén. La provincia de Neuquén es no sólo la única provincia patagónica sin salida al mar, pero fronteriza con Chile, lo que la convierte en una especie de Bolivia en el imaginario geoestratégico de los militares chilenos, tan prusianos ellos. Neuquén es como Jurassic Park, la patria perdida de los dinosaurios de Sudamérica. Allí uno se topa con13 tiranosaurios y pterodáctilos en cada esquina14. Los estancieros15 de Neuquén ya no hablan de cabezas de ganado16 sino de velociraptors.
Las romerías17 de paleontólogos son notables en los meses de primavera y verano.
El turista generalmente se desplaza en avión y hace bien. Pero lo más recomendable para viajar a la Patagonia es hacerlo en autostop. Digamos, uno puede viajar en autobús hasta Choele Choel o en avión hasta Bahía Blanca, pero a partir de este momento hacer autostop. Así, al menos, viajaron los argentinos pobres de la década de los sesenta que no pudieron hacerlo a Europa y así viajan todavía algunos indios patagones cuya curiosidad o alguna diligencia inaplazable los llevó a la capital o a esa ciudad siniestra que Bioy ponderó en su ancianidad, llamada La Plata.