Hoy en día, vemos que las ciudades hispánicas van adaptándose a los retos del siglo XXI para desarrollar sus movilidades: a nivel ecológico, primero, se esfuerzan por reducir el impacto de los transportes sobre el medio ambiente. A nivel de la accesibilidad, luego, las ciudades están fomentando soluciones para facilitar la vida cotidiana de sus habitantes y reducir el tiempo gastado en los desplazamientos. Sin embargo, estas soluciones no están exentas de efectos negativos. Pueden perjudicar el patrimonio arquitectural, dificultar la convivencia, necesitar nuevas leyes de control e incluso afectar a sus usuarios.