Documento 1
Me llamo Vaquero, y oficialmente no soy más que un procedimiento1 de recuperación de datos2. Desde otro punto de vista soy un vegetal3 babeante que habita un ala no demasiado frecuentada del hospital de la estación espacial conocida como la Peonza. Ninguna de las dos cosas es cierta4. Mi rango oficial es una hábil mentira creada por mi programador y único usuario. En cuanto a lo que un día fue un ser humano y ahora habita inmóvil una cama en el hospital, no soy yo para nada. Cierto que mi personalidad fue diseñada a partir de la suya, pero eso como mucho nos convierte en parientes, ni por asomo en la misma persona. Si las autoridades de la Peonza descubrieran lo que soy en realidad me catalogarían como una IAC, una Inteligencia Artificial Consciente, justo antes de borrar5 para siempre mi código y multar6 a mi programador por haberme creado de forma ilegal. También se me podría considerar como una personalidad recuperada, pero dado que yo no conocí al Vaquero de carne no puedo saber hasta qué punto mis procesos y su forma de pensar se parecen. Memo, mi programador, afirma que somos virtualmente idénticos (y no suele ser consciente del chiste que hay implícito en el uso de la palabra «virtualmente»), salvo por un par de detalles: el antiguo Vaquero tenía cierta tendencia a expresarse con una ampulosidad que yo no utilizo (al menos no muy a menudo). Y por otro lado no compartimos el mismo pasado.
En el vitaespacio de Memo hay varias librerías de datos que contienen el pasado de Vaquero, tal y como Memo ha ido reconstruyéndolo a partir de todas las personas que lo conocieron. Aún quedan bastantes huecos por llenar, pero Memo asegura que si integrase esas librerías7 en mis procedimientos, me convertiría en algo indistinguible de Vaquero, incluyendo su petulancia. No lo sé, y no estoy muy seguro de querer comprobarlo8. En realidad todo eso importa bien poco. Me siento satisfecho siendo lo que soy y no tengo el menor interés en ampliar mi personalidad original. Completo o no soy lo más parecido a Andrés Velasco, conocido durante la mayor parte de su vida como Vaquero, que podrás encontrar por ahí. También soy yo mismo, y eso es más que suficiente.
Documento 2 El programador quiere enviar a Vaquero a realizar una misión muy peligrosa.
Memo me miró. Mejor dicho, miró al holograma que simulaba mis gestos y actitudes. [...]
—Vamos, Vaquero, no es tan grave. Tengo tus copias. Si te pasa algo en la esfera siempre puedo recuperarte.
—¿Sí? Déjame que te diga algo. Supon que te envío a la muerte y que te diga que te puedo reconstruir después tal y como eras hace siete años. ¿Te gustaría? ¿Te gustaría la idea de despertar siendo otra persona? Somos lo que hacemos, Memo, lo que recordamos. El yo de ahora no será el mismo que el de
dentro de una semana.
No seguí discutiendo. Era inútil. Él era mi usuario principal, el hombre que había programado el código que yo era en realidad, y no tenía otro remedio que hacer lo que ordenaba, por mucho que me disgustase.
—Escucha —dijo—. Si todo sale bien. Si esto funciona... bien, te revisaré y eliminaré tus rutinas de obe- diencia. Serás libre.
—Una perspectiva deliciosa.