El escritor Arturo Pérez-Reverte cuenta cómo se le ocurrió escribir su novela La Reina del Sur.

Todo empezó hace tiempo, en una cantina mejicana. Estaba con mis carnales¹ de allá, dándole al tequila, y alguien puso en la rockola el corrido² de Camelia la Tejana. Narcocorrido, para ser exactos. Nueva épica de esa frontera que sigue estando, como dijo no sé quién, tan lejos de Dios y tan cerca de los pinches³ Estados Unidos. [...] Aquello es un mundo fascinante y terrible: el México duro, la violencia, la raya del Bravo, la mariguana de la sierra y todo eso. Tipos bigotudos⁴ con botas de iguana, con pistolas fajadas a la cintura y con escapularios del santo Malverde, el patrón de los narcos. Tijuana. Sinaloa. Dólares. Lugares donde morir de forma violenta es morir de muerte natural. [...]
Y eso es el narcocorrido, ni más ni menos. Vas por la calle y, aunque está prohibida su difusión, lo oyes todo el tiempo en las tiendas, en las cantinas, en las radios de los coches. [...] Todo real como la vida misma. Tres minutos de música y palabras con las que los grupos norteños, que salen en las cubiertas de los cedés con avionetas al fondo y pistolas del 45 en el cinto, cuentan historias estremecedoras⁵ y fascinantes de contrabandos, pases de frontera, leyendas de hombres y mujeres muertos o que van a morir.
Ese mundo me quedó ahí, en la cabeza. Archivado a la espera de quién sabe qué. [...] El día que oí el corrido de Camelia la Tejana sentí la necesidad de escribir yo mismo la letra de una de aquellas canciones. Pero no tengo ni idea de música, ni sé resumir en pocas palabras historias perfectas como las que esa raza cuenta. Carezco⁶ del talento de los Tigres del Norte o los Tucanes de Tijuana. [...] Así que, tras darle muchas vueltas al asunto, decidí escribir un corrido de quinientas páginas y mezclar en él dos mundos, dos fronteras, dos tráficos. El estrecho de Gibraltar y el norte de México.