Perdido en la Barcelona preolímpica, el extraterrestre Gurb pone al servicio de su supervivencia la extraña cualidad de adoptar el aspecto que le plazca1. Se pierde con la apariencia de Marta Sánchez, mientras su compañero alienígena inicia la búsqueda en la jungla urbana. Por su diario personal, vamos conociendo las increíbles peripecias de un extraterrestre en Barcelona. En este relato de carácter paródico y satírico, la invención de Eduardo Mendoza convierte la Barcelona cotidiana y absurda en el escenario de una carnavalada.
Día 22
[...]
07.05 Con una fuerza de la que no habría creído capaz a un individuo tan enclenque2, mi nuevo amigo (y protegido) se desprende3 de mis brazos. Más aún: me desprende mis brazos. Mientras los vuelvo a colocar en su sitio, me pide disculpas. Por el amor de Dios, no tiene importancia. Mi nuevo amigo (y protegido) me explica que, en contra de lo que pudiera parecer, no está ebrio4. Solo fatigado en extremo. Lleva varias noches sin dormir. Meses enteros sin dormir. Indago5 la causa. [...]
08.45 Decido poner fin a este malentendido. Esta tarde reuniré a todos los vecinos, les daré una merienda, escucharé sus quejas (con paciencia) y me rehabilitaré ante sus
ojos. Si alguno quiere darse un chapuzón6 en la piscina, podrá hacerlo gratis.
08.50 Salgo a comprar lo necesario para el guateque7. Adopto la apariencia de Alfonso V el Magnánimo (1396-1458) y me echo a la calle.
09.00 Compro dos docenas de brioches, una pastilla de mantequilla, cien gramos de mortadela, una gaseosa8.
09.10 Compro farolillos9 de papel, globos10, serpentinas.
09.20 Regreso a casa. [...]
09.50 Termino de preparar los bocadillos. [...]
14.00 Comida en las Siete Puertas. Angulas11, langostinos, riñones12, [...] estofado de morro13, dos botellas de Vega Sicilia, crema catalana, café, coñac, Montecristo del n° 2 y ahí me las den todas.
16.30 Subo andando al castillo de Montjuich para digerir la comida. [...]
19.00 Meriendo en la calle Petritxol.
20.00 Me camino al lugar de la cita, al que llego a las 20.32.
20.32 Lo dicho.
20.30 Al entrar en el hall del edificio me detiene un conserje elegantemente uniformado. [...] A ver, ricura14, ¿cómo se llama esta persona con la que dices que has quedado? Es una señorita, pero en este momento no recuerdo su nombre. [...]
21.30 Cuando hemos pasado revista a cincuenta y dos señoritas [...], decido darle un billete de cinco mil pesetas al conserje.
21.31 El propio conserje sube conmigo en el ascensor [...].
21.37 La puerta se ha abierto de par en par. Una señora en bata15 y zapatillas me entrega la bolsa de la basura. Acto seguido se disculpa. En la penumbra del rellano16 y sin gafas, me había tomado por el conserje. Como siempre viene a esta hora, ¿sabe? Sí, sin duda me he confundido de puerta. Sí, la que busco vive enfrente. No, no, ninguna molestia. Sí, les ocurre a muchos caballeros. Los nervios, claro. [...] Y ya que estoy aquí, ¿me importaría bajar la basura? Está a punto de empezar el programa de Ángel Casas y no se lo querría perder. [...] Hala, majo17, no pierdas más tiempo o tendrás que ir a llevar la bolsa al container.
21.45 Vuelvo a subir en el ascensor. Llamo a la otra puerta. [...]
21.50 La puerta se abre. Vacilo. Una voz me indica que pase : anda, hombre, pasa. ¿Será posible?
21.51 ¡Es posible!
02.40 Nos dan las tantas contándonos nuestras respectivas aventuras. Tampoco Gurb ha tenido suerte.